A dos años y medio del brote de SARS-CoV-2 los tratamientos experimentales se dejaron de lado y actualmente para enfrentar esta enfermedad, sobre todo en pacientes moderados y graves, en Argentina se utilizan corticoides, anticoagulantes en dosis bajas y de ser necesario y como última opción Asistencia Respiratoria Mecánica (ARM).
La comunidad médica se basa en los parámetros obtenidos de la evidencia científica reunida tras haber padecido diferentes etapas de Covid-19 – generadas por sus variantes- desde la declaración de pandemia el 20 de marzo de 2020.
Fernando Rios, secretario de la comisión directiva de Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati) reflexiona en diálogo con Télam-Confiar “al inicio de la pandemia hubo una diversidad de tratamientos que se pusieron en marcha en el contexto de una emergencia sanitaria sin precedentes como usar drogas antiretrovirales para el HIV, o usar la hidroxicloroquina que en el transcurso de los meses y a medida que los estudios se iban realizando se iba demostrando su no utilidad y se fueron dejando de lado”.
“Lo que sí tuvo evidencia -señala- son los corticoides, que es un tratamiento muy económico y efectivo. Realmente tiene clara evidencia en la administración temprana de todos los pacientes que necesitan oxigenoterapia. Es un tratamiento universal, en cualquier lugar del mundo uno tiene corticoides, es una muy buena noticia”.
“Se ha estudiado y de los corticoides, la droga más útil es la dexametasona” especifica el médico intensivista, a lo cual agrega “los corticoides lo que hacen un poco es frenar la respuesta inmune».
«Es compleja la enfermedad por SARS-CoV-2, hay efectos virales directos y lesión celular provocada por replicación viral y también hay daño celular y tisular provocado por la reacción inmune que genera el virus en el cuerpo. Los corticoides atenuarían esta reacción inmune que cuando es exagerada genera tanto o más daño que el virus mismo y permite que el paciente mejore y logre salir adelante de la enfermedad en mejores condiciones”, detalla.
Consultado sobre el uso de anticoagulantes responde “hay que tener cuidado porque la misma droga aplicada en distintas dosis tiene diferentes efectos. Se llegó a usar en dosis altas y se demostró que no es bueno, no es útil”; en tanto insta a la comunidad médica a continuar con el procedimiento estándar: “Administrar heparina en dosis de profilaxis bajas para evitar trombosis es lo que uno hace en todo paciente crítico así que hay que seguir con el estándar como veníamos haciendo”.
“Se indica el respirador artificial cuando aparece lo que llamamos insuficiencia respiratoria aguda, es decir, cuando esta función fisiológica de respirar no alcanza ciertos niveles básicos para garantizar las funciones vitales, porque cuando el oxígeno baja o el CO2 (dióxido de carbono) se acumula demasiado falla el cerebro, el corazón, los riñones”, describe.
“La población que hace formas graves de Covid y vemos en las salas UTI (Unidad de Terapia Intensiva) cambió. Son personas no vacunadas y/o personas de edad avanzada con enfermedades y situaciones que los ponen en desventaja inmunitaria, pacientes en quimioterapia, una enfermedad como leucemia, pacientes trasplantados o en diálisis”, comenta Ríos.