En un alto en el sexto día de su gira debut internacional por Estados Unidos, analizó con la prensa argentina -entre ellos Télam- los principales temas de la agenda económica argentina tratados, como la restricción externa y energética, en la víspera de la reunión clave que mantendrá con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, y el número dos del Tesoro, David Lipton.
La relación con el FMI
“La semana fue buena con el FMI”, resumió Massa, respecto del “trabajo técnico de todas las áreas de Ministerio de Economía con otras del Fondo para cerrar la revisión del segundo trimestre y construir el documento de prospectiva» de la economía hacia adelante».
“El programa tiene objetivos y tenemos que trabajar para cumplirlos, y es parte de los compromisos que la Argentina asumió como país; y de alguna manera nos ponen en la obligación de asumirlos como responsabilidad de Gobierno”, afirmó al ser consultado sobre el cumplimiento de metas del programa.
Dos datos clave ayudaron a un clima de mayor distención, la recuperación de las reservas en la semana tras la implementación del dólar-soja que, según expresó, “fueron mayores a los esperados”, y el nuevo respaldo de los organismos internacionales recibido aquí, sobre todo con el crédito de libre disponibilidad de US$ 1.200 millones del BID, que subieron el piso de expectativas de la acumulación de reservas para 2022.
Asimismo, Massa destacó que el mismo “será transitorio” y le permitirá al Argentina juntar 5.000 millones hacia fines de octubre y luego cumplir con la meta del FMI a fin de año.
Las medidas
“El programa de incentivos es un programa que tiene inicio y finalización y un compromiso mínimo de liquidación de las cerealeras de US$ 5.000 millones, y superó el cumplimiento de las primeras semanas respecto del comprometido”, resaltó el funcionario, tras mirar en su celular los números internos que maneja su equipo de los 3,8 millones de toneladas que los productores liquidaron en la semana.
«Entiendo que -continuó- lo mejor que pasó es que el programa de incentivos representó un estímulo de precios que se reflejó en pizarra y alentó a productores a fijar nuevas operaciones, algo que venía retraído porque gran parte de los productores estaban con contratos a futuro a noviembre y muchos decidieron cerrar los contratos y vender”.
De esta forma, explicó, “la primera semana (del plan) fue buena y el nivel de operaciones preregistrado para el lunes sigue siendo alto, es muy bueno que los bancos hayan salido a trabajar tan fuerte alentando a los chacareros” a liquidar.
No obstante, Massa consideró que el desempeño logrado podría mejorar y deslizó que podría haber algún tipo de refuerzo en las medidas si las cerealeras no trasladan los nuevos precios al productor.
“El programa tiene objetivos y tenemos que trabajar para cumplirlos, y es parte de los compromisos que la Argentina asumió como país; y de alguna manera nos ponen en la obligación de asumirlos como responsabilidad de Gobierno”
“No puede haber picardía en la fijación de precios de las cerealeras porque representa una base de valor que tiene que reflejarse en pizarra”, afirmó.
La situación internacional
Consultado por si había solicitado algo en particular en las reuniones con la Casa Blanca y con el Departamento de Estado, descartó esa posibilidad y destacó la oportunidad de mediano plazo que la Argentina no puede desaprovechar en el actual contexto de guerra.
“No fui a pedir nada ni me ofrecieron nada, lo que hubo fueron conversaciones sobre la seguridad energética y seguridad alimentaria y, en ese marco, aparecieron discusiones respecto de cuál es el mejor escenario entendiendo que la guerra era un impacto en la economía global que no podemos dejar de poner en cualquier mesa de discusión”.
En este sentido, evaluó que «el costo de la guerra es un tema que aparece no sólo en la relación de la Argentina con Estados Unidos, sino en el análisis global, entiendo que Naciones Unidas y los líderes de las economías de Europa van a plantear el impacto de la guerra en las economías globales».
«El último trimestre del año va a estar marcado por el impacto de la guerra y su costo en la economía global, no sólo por el aumento del precio de las proteínas sino por el impacto en los precios logísticos y en los precios de la energía», completó.
Por eso, este escenario «nos pone para 2023 en el desafío de tener un plan muy ambicioso y profesionalmente muy desarrollado para evitar que Argentina tenga que seguir importando los niveles de GNL que ha venido importando a lo largo de los años y eso incluye la finalización gasoductos».
Energía
En relación al desafío energético en el corto plazo, sostuvo, «tenemos la responsabilidad de establecer un volumen de producción que nos permita ser competitivos para cuidar el bolsillo de la gente».
Eso exige, ahondó, «extender el Plan Gas 4 y poner en marcha el Plan Gas 5 para garantizar el llenado del gasoducto, lo que requiere de inversiones para empezar en noviembre, y estimular un aumento de la producción de gas en el norte argentino».
En paralelo, subrayó que hay que tratar de «generar una curva de consumo de gas que en el verano compense la utilización de energía hidroeléctrica, para que en invierno tengamos un mayor volumen de energía eléctrica para compensar lo que podría ser el pico de importación de GNL».
Y, concluyó, «la definición de un modelo de trabajo con Bolivia y el modelo de optimización de energías con Brasil, entre otros proyectos de un plan energético de corto, mediano y largo plazo».