Jair Bolsonaro se despegó del intento de golpe en Brasil y cruzó a Lula

El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, salió al cruce del actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva luego de que lo acusase de ser responsable del intento de golpe de Estado ocurrido esta tarde cuando manifestantes bolsonaristas tomaron por asalto las sedes del Congreso, la Corte y del Palacio del Planalto.

«Las manifestaciones pacíficas, dentro de la ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla», dijo a través de su cuenta de Twitter, a más de seis horas de los hechos.

Al mismo tiempo, aseguró que «a lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad», pese a haber sido acusado en múltiples oportunidades por hechos de corrupción junto con sus hijos, causas que actualmente se encuentran abiertas y bajo investigación.

Por último, cruzó al presidente Lula por su discurso de esta tarde, tras los hechos ocurridos en Brasilia: «Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del ejecutivo de Brasil».

Para Lula, quienes cometieron este acto son «nazis» y «fascistas», seguidores de un «genocida» como Bolsonaro, que abandonó el país el 29 de diciembre para evitar estar presente en el cambio de mando, pero que dejó entre sus seguidores un legado de confusión y de búsqueda de un golpe militar.

Los manifestantes que desde noviembre piden un golpe de Estado militar en la puerta de los cuarteles, denunciando fraude en las elecciones y pidiendo que Bolsonaro vuelva a la presidencia, marcharon casi sin oposición por Brasilia, con escasos agentes protegiendo los edificios públicos en un domingo de calor y sol, con el presidente Lula en Arararaquara, interior de San Pablo, visitando lugares afectados por una fuerte inundación.

Al menos 400 personas fueron detenidas en una jornada golpista que fue repudiada por la comunidad internacional y que se produjo justo una semana después de la asunción de Lula, en un episodio calificado como «terrorista» por la presidenta de la corte suprema, Rosa Weber.

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