La sequía de los últimos dos años propició las condiciones en el Parque Nacional Iberá para que miles de hectáreas en el norte y oeste de su territorio sufran las consecuencias de los incendios forestales que consumen el norte de la provincia de Corrientes y el sur de Misiones, y que ponen en riesgo el equilibrio de la biodiversidad en esa área protegida.
El intendente del Parque Nacional Iberá, Daniel Rodano, afirmó este viernes en diálogo con Télam que “al día de hoy se está trabajando en bastantes focos activos, sobre todo en el núcleo San Nicolás, que es uno de los cuatro que tiene el parque. Hoy estamos concentrados en este ubicado al oeste y en el del norte, Cambiretá, porque en los dos tenemos focos de incendios activos”.
“Está desplegada casi toda la gente que tenemos en la zona de San Miguel, también cerca de 70 personas en San Nicolás en distintos puntos que son los que se van priorizando con la coordinación del Servicio Nacional de Manejo del Fuego y nosotros en búsqueda en principio de proteger la infraestructura y los lugares más sensibles y de mayor valor para la protección de la biodiversidad”, indicó.
El funcionario sostuvo que “en hectáreas todavía es difícil de precisar el daño, pero estos incendios impactaron en gran parte de la superficie del parque en los núcleos oeste y norte, en el área de Cambiretá debe haber al menos 8.000 hectáreas afectadas mientras que sobre San Nicolás todavía estamos trabajando en los mapas de impacto”.
“Todos son incendios que llegaron desde las periferias del parque, ninguno se originó dentro, pero para las consecuencias que tienen es lo mismo. La fauna y la flora que custodia este parque claramente sufrieron el impacto”, subrayó.
Rodano consideró que “esto puede relacionarse con el contexto del cambio climático y la agudización de fenómenos como esta sequía que va para cumplir tres años, lo que hace que cuando uno sobrevuela en estos días los bañados y los esteros los encuentre secos al punto de que incluso se pueda cruzar a caballo lugares que normalmente se cruzarían con canoas”.
“Estas son sequías que antes ocurrían cada 50 años, pero que al estar el parque rodeado de una matriz más antrópica con actividades productivas se generan estos fenómenos catastróficos, pero no es que sean desconocidas para este ambiente este tipo de sequía, lo que no son es ni tan frecuentes ni tan intensas”, añadió.
En este sentido mencionó que “el daño tiene que ver con la superficie quemada y la fauna afectada, de todas maneras, estos son ambientes que son pirogénicos, que evolucionaron a través de la presencia del fuego, aunque nunca en estas magnitudes”.
El funcionario enfatizó que “lo que es vegetación y pastizales no va a tener mucha demora en recuperarse porque en cuanto de regularice el suministro de agua se reanuda el sistema. La afectación sobre la fauna sí es probable que en ella se reduzcan algunas poblaciones, hay especies en el Iberá que están en peligro de extinción, y si se ven afectadas después veremos con el equipo técnico los relevamientos para corroborar si la pérdida fue critica”.
“Las zonas del parque que se quemaron son donde se solía registrar la presencia del tordo amarillo y otras especies. Cuando el fuego se apague habrá que ver si seguimos encontrándolos ahí y después ayudar a que el sistema se recupere. Para eso tendremos que elaborar los relevamientos como el censo de aves que se hace todos los años en julio”, completó Rodano.