La mediática e intensa irrupción de Elisa Carrió en la vida interna de Juntos por el Cambio (JxC), repartiendo acusaciones hacia los principales dirigentes de la coalición opositora, generó un clima de fuerte debate interno, y adelantó la discusión de las candidaturas.
Carrió apareció esta semana en varios reportajes en los que pidió «reglas decentes» en JxC, cuestionando a dirigentes como Gerardo Morales, Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, Gerardo Milman y Cristian Ritondo, entre otros.
En sus cuestionamientos hacia sus propios pares de la coalición, Carrió dijo que JxC «tiene que estar conformada por decentes» y señaló que «no puede haber más negocios», al criticar a los dirigentes que podrían alcanzar acuerdos con Sergio Massa o el peronismo. Incluso, llegó a apuntar a la vida privada de uno de ellos.
La principal referente de la Coalición Cívica logró así un fenómeno que hacía varios meses no se daba en la oposición: que «palomas» y «halcones», cada uno con su estilo, se unieran para cuestionarla en duros términos.
Desde el «Basta Carrió» de Patricia Bullrich, pasando por «el límite son los agravios» de Larreta, a la dirigente la salieron a repudiar todos.
Morales, el gobernador de Jujuy y titular de la UCR, le dijo a Carrió que «no vale todo» y la acusó de irresponsable. Incluso el otro presidenciable del radicalismo, Facundo Manes, que no suele meterse en el debate de la coyuntura, cuestionó los proyectos «personalistas y narcisistas».
Quien quedó afuera de la repartija de cuestionamientos de la líder de la Coalición Cívica fue el expresidente Mauricio Macri, quien se limitó a decir que no compartía los agravios a figuras de Juntos por el Cambio.
En este escenario, y tras las respuestas públicas, la oposición se embarcó en un fuerte debate interno sobre porqué Carrió hizo lo que hizo, cuál fue su objetivo y si contó con el aval de algún dirigente en su raid mediático.
Varias fuentes partidarias consultadas por esta agencia coincidieron en que la aparición de Carrió repite un ‘modus operandi’ ya conocido de su historial: salir a cuestionar a dirigentes de la oposición para colocar en su lugar, en las listas del año que viene que comienzan a discutirse, a los propios referentes de la Coalición Cívica.
«Pegar para negociar», resumen la estrategia, y muchos señalan que Mauricio Macri, como la misma Carrió dijo en alguno de los reportajes, estaba al tanto de que ella iba a salir con esta andanada de cuestionamientos.
Cerca del expresidente afirman, sin embargo, que Macri no avaló estas agresiones personales a varios políticos propios, algunos de los cuales tuvieron lugares claves en el mismo Gobierno del exmandatario.
Sin embargo, Carrió y Macri sí comparten la idea de un futuro Gobierno de Juntos por el Cambio sin concesiones o negociaciones con el peronismo, en particular con el sector del nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, cuestión que la propia dirigente se encargó de precisar en sus múltiples apariciones de esta semana.
Las fuentes consultadas también señalaron que si bien dentro de Juntos por el Cambio todos los sectores están acostumbrados a estas irrupciones polémicas de Carrió, en esta oportunidad se quebró un límite y describen como «hartazgo» la situación generada.
En este contexto, varias fuentes analizan que la aparición de Carrió es un intento por mejorar el posicionamiento interno de una Coalición Cívica hoy desdibujada ante los múltiples candidatos del PRO para 2023 en todas las categorías y un radicalismo que ganó protagonismo.
El otro efecto que se generó es un adelantamiento de las discusiones de candidaturas y cuáles son los lugares que realmente tendría que tener la Coalición a la hora de armar las listas.
A pesar del fuerte clima de convulsión interna, nadie cree entre todos los consulados que la sangre llegue al río y finalmente se produzca un quiebre en Juntos por el Cambio en el cual la Coalición Cívica rompa con la estructura de la cual la propia Carrió es una de las fundadoras.
Sin embargo, hay quienes creen que «hay que pagarle a Carrió (en términos de lugares en las listas) lo que vale, y no lo que ella supone que vale».
Estos temas fueron conversados en un almuerzo que el viernes al mediodía mantuvieron los principales referentes del PRO en un restaurante de la Costanera.
En este esquema de adelantar las discusiones, en el partido amarillo creen que en los próximos meses tienen que definir quién será su candidato presidencial: si juega Larreta, Bullrich o si Macri patea el tablero y va por su «segundo tiempo».
El PRO tiene que definir, tras el Mundial de Qatar, quién irá a las PASO para enfrentar al radicalismo y creen que con dos candidatos en esa instancia debilitan sus chances.