Donald Trump y sus aliados están sentando las bases para impugnar una posible derrota en
noviembre, alentando las dudas sobre la legitimidad de las elecciones, pese a que los sondeos de opinión muestran que el candidato presidencial republicano está a la cabeza en algunos estados,
En entrevistas recientes, Trump se negó a aceptar los resultados de las elecciones. En sus mítines trató a los demócratas de tramposos, calificó de corruptos los votos por correo e instó a sus seguidores a votar en un número tan elevado que las elecciones sean «demasiado grandes para amañarlas».
También respaldó un nuevo proyecto de ley patrocinado por los republicanos cuyo objetivo es impedir que voten los extranjeros, tratando de vincular sus falsas afirmaciones de fraude electoral con la cuestión de la inmigración ilegal, a pesar de que el voto de los no ciudadanos ya es ilegal y estudios demuestran que es extremadamente raro.
Las tácticas de Trump son una versión intensificada de la estrategia que usó durante las elecciones de 2020, cuando sus afirmaciones infundadas de fraude electoral inspiraron a sus
partidarios a asaltar el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, en un intento de anular su derrota electoral.
En lugar de acobardarse por los juicios penales que se avecinan sobre su conducta tras las elecciones de 2020, Trump está repitiendo las falsedades que las encuestas muestran que resuenan entre sus partidarios, mientras prepara el apoyo legal necesario para lanzar un reto similar a la validez de las elecciones este año.
Además, Trump dio instrucciones al Comité Nacional Republicano, ahora dirigido por su nuera y una aliada cercana, para que dé prioridad a la creación de un equipo de observadores electorales y abogados para supervisar la votación y litigar posibles retos postelectorales.
Como parte de ese esfuerzo, el RNC anunció en abril que reclutará a 100.000 voluntarios y abogados, el doble de la cifra prometida durante el ciclo de 2020. Calificó al esfuerzo «el
programa de integridad electoral más extenso y monumental en la historia de la nación».
Los abogados del RNC ya presentaron docenas de demandas desde el año pasado destinadas a limitar la ventana para contar los votos por correo y otras reglas de votación que se considera que dan ventaja a los demócratas.
Los demócratas criticaron el plan de captación como poco realista y un intento de intimidar a los votantes, y crearon un equipo legal.
Por su parte, el presidente Joe Biden, rival demócrata de Trump en las elecciones del 5 de noviembre, calificó de «peligrosa» la perspectiva de que Trump no respete los resultados electorales
AVIVAR EL TEMOR
Algunos de los aliados más prominentes de Trump están ayudando a plantar semillas de duda sobre las elecciones en las mentes de sus partidarios.
El principal republicano del Congreso, el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, presentó la semana pasada el proyecto de ley destinado a prohibir que los no ciudadanos voten en las elecciones federales. La legislación, que probablemente morirá en el Senado, liderado por los demócratas, fue un claro intento de ayudar a la campaña de Trump, quien afirmó que los demócratas están permitiendo la entrada de inmigrantes en el país para aumentar su apoyo electoral.
A principios de este mes, dos de los posibles compañeros de fórmula de Trump -el senador Tim Scott, de Carolina del Sur, y el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum- no quisieron en entrevistas televisivas comprometerse a aceptar los resultados en noviembre.
Otro, el senador J.D. Vance, de Ohio, dijo en una entrevista con CNN el domingo que respetaría el resultado si las elecciones eran «libres y justas», pero afirmó que los republicanos deberían
estar preparados para enfrentar cualquier problema.
Los sondeos de opinión apuntan a una carrera muy reñida contra Biden, y algunas encuestas dan ventaja a Trump en los siete estados indecisos que se espera que determinen el resultado de las elecciones.
En un mitin celebrado el sábado en Wildwood (Nueva Jersey), Trump dijo que lo único que se le daba bien a Biden era hacer trampas en las elecciones y llamó fascistas a los demócratas al
tiempo que prometía que «no iba a permitir que amañaran las elecciones presidenciales de 2024».
Para muchos de sus seguidores, los mensajes de Trump van más allá de la mera retórica y se toman al pie de la letra, dijo Tim Heaphy, el principal investigador del comité de la Cámara de
Representantes sobre el ataque del 6 de enero en el Capitolio.
La mayoría de los votantes republicanos cree que Trump fue despojado de un segundo mandato en la Casa Blanca debido a un fraude electoral sistémico, según las encuestas de Reuters/Ipsos.
«Así que cuando habla de tramposos y habla de unas elecciones amañadas, eso influye», dijo Heaphy, socio del bufete de abogados Willkie Farr & Gallagher. «Como vimos el 6 de enero, hay gente ahí fuera que actuará según sus palabras».