“La Corte Suprema de la Nación aseguró a la Ciudad de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la ley de coparticipación vigente, le quita dinero a los que menos tienen y le da esos recursos a la ciudad más opulenta”, lanzó mientras aumentaba la tensión en el recinto.
Después de decir que es “orgullosamente porteño” puntualizó que “no puede ser indiferente” sobre la «desigualdad».
Fue entonces cuando la oposición reaccionó y los dirigentes comenzaron a gritar en el recinto, manifestando gestos de desaprobación a los dichos del Presidente.
Alberto Fernández interrumpió su discurso y lanzó: “Es un honor que me insulte, diputado Iglesias”.
Y prosiguió en medio de un abucheo ensordecedor: “Éticamente estamos obligados a terminar con tanta desigualdad y sacar de la postergación a quienes han quedado sumergidos en la pobreza por imperios de políticas que concentran la riqueza con este criterio centralista que tanto rechazo genera en el interior de la patria”.
En ese marco, ratificó que la Ciudad de Buenos Aires «no tiene derechos sobre esos recursos» sino que «debe recibirlos del Estado Nacional cuando este le transfiere un servicio que hasta ese momento prestaba», y sostuvo que «esa decisión es parte de la gestión administradora del Poder Ejecutivo Nacional y no puede ser sustituida por otro poder de la República».
En medio de los gritos, se escuchó el de una mujer que le reclamó: «¡Basta de mentir!», a lo que el Presidente respondió «no son mentira».
A su lado, Cecilia Moreau, presidente de la Cámara de Diputados lanzaba a los gritos hacia el recinto: “¿Cómo? ¿Cómo? ¿Otra vez me vas a patotear? ¡A mi no eh!»
El discurso de Alberto Fernández fue interrumpido en varias oportunidades más por los gritos de los opositores.