Por eso Yarmysh publicó el lunes de esta semana un teléfono para intentar recabar propuestas de salas que quisiesen albergar un acto del que no se han ofrecido detalles. «Hemos llamado a la mayoría de las agencias funerarias públicas y privadas, locales comerciales y salas funerarias», destacó Yarmysh.
«Algunos dicen que el lugar está completo«, explicó la vocera, mientras que otras compañías «se niegan cuando mencionamos el apellido Navalny«. «En un lugar nos dijeron que las empresas funerarias tenían prohibido trabajar con nosotros«, detalló.
El anuncio de la muerte de Navalny, quien estaba preso hace tres años, provocó indignación y condenas de las potencias occidentales y de sus partidarios. Las circunstancias del deceso siguen sin estar esclarecidas y tantos su familia, como sus aliados y varios países, incluyendo Estados Unidos, señalaron como responsable al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Pero las autoridades rusas informaron que Alexei Navalny murió el 16 de febrero en el campo de prisioneros con el nombre no oficial de «Lobo Polar», en la región ártica siberiana de Yamal, donde cumplía una condena de 19 años por extremismo.
Debilitado y en régimen de aislamiento en prisión, Navalny -quien tenía en su haber un intento de envenenamiento del que se salvó tras recibir ayuda en Alemania- se desplomó durante un recorrido por el helado patio de la cárcel y murió a pesar de los intentos de reanimación.
Por su parte, las autoridades en Rusia atribuyeron su fallecimiento a «causas naturales», que es lo que figura en su certificado de defunción.