El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, exigió este sábado más ayuda militar a los líderes de las potencias occidentales reunidos en la Conferencia de Seguridad de Múnich, a casi dos años del inicio de la invasión rusa y en un momento crítico en el frente tras la retirada de sus tropas de una ciudad en el este que se convirtió en símbolo de la resistencia ucraniana.
«Los ucranianos hemos demostrado que podemos obligar a Rusia a retroceder», afirmó el mandatario, y añadió que las acciones de su ejército «están limitadas únicamente por la capacidad y la longitud del alcance» de su fuerza.
«Mantener a Ucrania en un déficit artificial de armas, en particular de artillería y de capacidades de largo alcance, permite a (el presidente ruso, Vladimir) Putin adaptarse a la intensidad actual de la guerra», apuntó, citado por la agencia de noticias AFP.
Ucrania enfrenta una creciente presión por la escasez de municiones y la Unión Europea (UE) admitió que solo podrá entregar la mitad del millón de proyectiles de artillería que prometió enviar a las fuerzas de Kiev antes de marzo.
Bloqueo a la ayuda en EEUU
Además, el futuro a largo plazo de los miles de millones de dólares en ayuda de las potencias occidentales está en suspenso desde que la entrega de un nuevo paquete de 60.000 millones de dólares que Estados Unidos prometió está bloqueado por una pugna en el Congreso entre demócratas y republicanos, principalmente del sector conservador que se alinea detrás del expresidente Donald Trump.
En ese contexto, Zelenski agradeció «el apoyo bipartidista» estadounidense, dijo que «estaría encantado» de ofrecer a todas las partes información sobre la «guerra real» en su país e invitó a Trump a ir al frente de batalla.
«Si viene el señor Trump, estoy dispuesto a ir al frente con él. Si tenemos una conversación sobre cómo poner fin a la guerra, debemos demostrar a los responsables de la toma de decisiones lo que significa esta guerra real, no lo que escriben en Instagram», dijo el mandatario, citado por la agencia ucraniana Ukrinform.
Por su parte, la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, quiso disipar los temores sobre la determinación de su país de ayudar a Ucrania y, tras reunirse con Zelenski en Múnich, afirmó que Estados Unidos no permitiría que los roces políticos se interpusieran.
«No podemos apostar a juegos políticos. La política no tiene ningún papel que desempeñar en lo que está en juego», declaró.
La campaña electoral de cara a las presidenciales de este año en Estados Unidos, que podrían llevar a Trump nuevamente a la Casa Blanca, atizó las preocupaciones sobre el futuro de la ayuda estadounidense para Ucrania y sobre los compromisos de Washington con la OTAN.
El secretario general de esa alianza militar, Jens Stoltenberg, pidió hoy a Estados Unidos que cumpla «lo prometido» a Ucrania y recalcó que esta ayuda «es vital y urgente».
Ucrania fue uno de los temas de la conferencia de Múnich, aunque la guerra entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamas en la Franja de Gaza se convirtió en el foco de atención de los 180 asistentes a esta reunión.
La toma de Avdiivka
El llamado a cumplir con la ayuda prometida a Ucrania se produjo después de que en la madrugada Kiev anunciara que sus tropas se vieron obligadas a retirarse de la ciudad de Avdiivka, en la línea del frente en el este, para evitar ser cercadas por las fuerzas rusas.
La retirada de Avdiivka fue una «decisión correcta» para «salvar el mayor número posible de vidas», declaró Zelenski.
«Para evitar verse rodeados, se decidió la retirada a otras líneas. Esto no significa que se retiraran unos kilómetros y Rusia capturara algo, no capturó nada», afirmó.
La retirada de Avdiivka es la primera gran decisión militar del nuevo comandante en jefe de Kiev, Oleksander Sirski, nombrado el 8 de febrero.
«Teniendo en cuenta la situación operativa en torno a Avdiivka, para evitar el cerco y preservar la vida y la salud de los militares, he decidido retirar nuestras unidades de la ciudad y pasar a la defensa en líneas más favorables», explicó Sirski en una publicación compartida en Facebook y recogida por la agencia de noticias Europa Press.
Desde octubre, los soldados ucranianos resistían en inferioridad numérica y material los asaltos rusos contra esta localidad en la cuenca minera del Donbass, donde la situación se había vuelto especialmente crítica en los últimos días.
La ciudad fue tomada brevemente en julio de 2014 por los separatistas prorrusos, pero volvió a quedar bajo control de Kiev, que la había mantenido durante todo este tiempo a pesar de su cercanía con Donetsk, bastión separatista en el este de Ucrania desde hace diez años.
Avdiivka, donde vivían unas 34.000 personas antes del inicio de la invasión rusa hace casi dos años, se había convertido en un símbolo de la resistencia de las fuerzas de Kiev.
Es, junto con la localidad de Kupiansk, el principal foco de los actuales combates.
Y su toma por parte de Rusia es el avance más significativo para Moscú desde la conquista de Bajmut en mayo de 2023, tras meses de duros combates que dejaron miles de muertos.
Pese a estar destruida en gran parte, unos 900 civiles permanecen allí, según las autoridades locales. Rusia espera que su toma dificulte los bombardeos ucranianos sobre Donetsk.
El sábado temprano, el Ministerio de Defensa ruso anunció que había frustrado varios ataques de drones de Ucrania contra las regiones de Belgorod y Kaluga, cercanas a la frontera.
Por otro lado, tres personas murieron, incluyendo una niña, y otras cuatro resultaron heridas en un bombardeo lanzado en Donetsk, un territorio del este ocupado por Rusia, informó una autoridad local nombrada por Moscú, que responsabilizó a Kiev del ataque.
Rusia y Ucrania se acusan mutuamente por el aumento de los ataques contra zonas civiles en los últimos tres meses, coincidiendo con los intensos combates en la línea del frente.