Desde que milicianos de Hamas mataron a 1.200 personas en Israel el 7 de octubre, desatando una ofensiva israelí en la Franja de Gaza que dejó más de 25.000 muertos y es apoyada por Washington, milicias proiraníes han lanzado cientos de ataques a Israel o bases estadounidenses en o desde Líbano, Siria, Irak y Yemen, en apoyo a los palestinos.
Estados Unidos e Israel han respondido a esos ataques con bombardeos, generando temores a un conflicto a gran escala en todo Medio Oriente que aumentaron luego de que Washington acometiera una serie de acciones contra los rebeldes hutíes de Yemen en semanas recientes, después de que éstos capturaran varios barcos en el mar Rojo.
El mes pasado, Estados Unidos anunció la creación de una coalición contra los hutíes en el mar Rojo, una ruta marítima vital, y atacó desde mar o aire posiciones del grupo en Yemen, donde desde hace años libra una guerra contra el Gobierno local y resiste una ofensiva de Arabia Saudita que ha dejado miles de víctimas y causado gran devastación.
“Estos son ataques quirúrgicos, porque la administración de Joe Biden está siendo extremadamente cautelosa en la escalada para asegurarse de que los iraníes se mantengan al margen. Un esfuerzo más serio para degradar a los hutíes, o una campaña sostenida contra ellos, conlleva el riesgo de una respuesta iraní, dada la condición de los hutíes como aliado de Irán”, dijo a Télam el analista internacional Ian Bremmer.
El autor de libros como «Superpotencia: tres opciones para el papel de Estados Unidos en el mundo» y presidente del portal especializado Gzero Media, estimó que “es poco probable” que esas respuestas de Estados Unidos “consigan disuadir a los hutíes, ya que tienen un largo historial de resistencia a los bombardeos aéreos y pueden mantener su capacidad de atacar barcos en tránsito”. En esa línea, Biden dijo la semana pasada que no creía que su ofensiva lograría disuadir a los hutíes.
Para el internacionalista argentino Federico Merke, el principal objetivo de Biden “no es derrotar militarmente a los hutíes” sino que Washington, por el momento, “está practicando el uso de la fuerza no para escalar el conflicto, sino para disuadir” al grupo yemení, con dos objetivos.
“El primero es más amplio y geopolítico y consiste en asegurar la libertad de mares«, incluyendo el Rojo, que conecta el océano Índico con el mar Mediterráneo y por el que pasa el 12% del comercio mundial, afirmó.
“El segundo objetivo es más acotado; es evitar que el precio del petróleo escale y para que las cadenas de suministros estén seguras y no sufran aumentos de precios por la logística extra que demanda ir por el Cabo de Buena Esperanza”, en el sur de África, agregó Merke.
Los hutíes fundamentan su accionar en el mar Rojo en oposición a Israel y en “solidaridad” con Gaza
Por su parte, Israel llevó a cabo operaciones en Líbano y Siria, donde mató a líderes de Hamas, Hezbollah y a un miembro de la Guardia Revolucionaria iraní.
Israel acusa a Irán de ser -en palabras del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu- la “cabeza del pulpo” de los ataques, insinuando que los hutíes, Hamas y Hezbollah, así como otros grupos de Irak y Siria, serían los tentáculos.
Irán, que forma con esos grupos el llamado “Eje de la resistencia”, ha evitado intervenir directamente, pese a su apoyo declarado a esas acciones
Sin embargo, en las últimas semanas ha enviado un barco de guerra al mar Rojo, incautó un buque petrolero en las costas de Omán, envió dos embarcaciones de la Armada a aguas internacionales a fin de capacitar a sus jóvenes para las misiones “en un futuro cercano” y atacó en Irak “centros de espionaje” de Israel.
La pregunta que subyace a esa nueva actitud es si se trata de un cambio de estrategia del gobierno iraní que lo lleve a un mayor involucramiento.
Para la secretaria del departamento de Medio Oriente de la Universidad Nacional de La Plata, Ornela Fabani, Irán no ha tenido incentivos para involucrarse más directamente en la contienda.
“Desde sus orígenes, la República Islámica se ha negado a reconocer al Estado de Israel y ha mantenido pleno respaldo a la causa palestina, y aun así no se ha involucrado directamente en el conflicto actual entre Hamas e Israel. Y es menos probable aún un involucramiento en función del incremento de la conflictividad entre algunos actores occidentales y los hutíes”, dijo.
Para la analista, la república islámica buscó hasta el momento “evitar un enfrentamiento directo” y en lugar de ello lo que hace es actuar “a través de lo que son los proxys o grupos con los cuales se mantienen vínculos cercanos, pero siempre evitando ese enfrentamiento”. De todos modos, remarcó que los que integran el “Eje de la resistencia” si bien pueden tener “objetivos compartidos, también tienen agendas propias”.
En el caso de los hutíes, el grupo chiita ha cobrado mayor visibilidad en el contexto internacional, pero también en su país, donde ha recibido el apoyo de miles de personas en las calles.
Como complemento a la estrategia militar, Estados Unidos volvió a colocar a los hutíes en su lista de grupos terroristas, de donde habían sido retirados por Biden para facilitar el envío de ayuda a Yemen, que según la ONU vive una de las peores crisis humanitarias.
Con esa decisión, «Estados Unidos tiene más herramientas para impedir el financiamiento a los hutíes desde afuera», dijo Merke y estimó que «el juego en las próximas semanas seguirá siendo parecido al de hoy: ataques hutíes, retaliación de EEUU y sus aliados. Pero si esto no funciona, el próximo paso sería atacar los arsenales hutíes, además de apoyar al gobierno central de Yemen”, estimó Merke.
Las decisiones de Biden en la región no están exentas de controversias en Estados Unidos en un año electoral
«Dado que estos ataques (a los hutíes) son en defensa propia, no hay un argumento constitucional por el que Biden necesitara acudir al Congreso. Mientras los hutíes continúen con sus ataques a la navegación, EEUU tiene cobertura en el derecho internacional para tomar represalias contra ellos. No hay mucho impacto en el sentimiento político interno, a diferencia de lo que sucede con el apoyo de Biden a Israel en la guerra de Gaza, que es fuertemente impopular entre sus propios votantes demócratas», dijo Bremmer.
Por ahora, «Irán se ha mostrado reacio a una escalada deliberada del conflicto, aunque sus aliados y apoderados han intensificado sus ataques y el propio Irán desplegó sus propias fuerzas de misiles la semana pasada», remarcó Bremmer.
Sin embargo, para el analista, «si un gran número de militares estadounidenses muere en un ataque vinculado a Irán, es casi seguro que Estados Unidos responderá atacando Irán».
«Teherán tiene más que perder, ya que su régimen es vulnerable y, además, se enfrenta a una transición del líder supremo. Pero si Estados Unidos e Irán se enfrentan, dado el impacto sobre los precios del petróleo y la economía mundial, eso prácticamente sellaría una victoria de Trump en noviembre. Una lucha entre Estados Unidos e Irán sería increíblemente destructiva y no dejaría un claro vencedor», concluyó.