Para este viernes 25, a las 17,45 hs, en el Salón Auditorio de Casa de Gobierno, organizado por el Ministerio de Justicia y DDHH y el Tribunal de Cuentas de la provincia, en el marco del Espacio de Capacitación para la Gestión Pública y la Escuela de Capacitación Profesional para los Agentes del Estado, se realizará una jornada sobre “Contrataciones Sustentables y Huella Hídrica”. La misma, estará a cargo de reconocidos profesionales especialmente invitados, Cra. Mónica González y Cr. Matías Herrera y la Cra Marité Sánchez, del Ministerio Público de la Defensa. La coordinación, estará a cargo de la Ministra de Justicia, Dra. Matilde O´Mill y el presidente del TCSE, Dr. Martín Díaz Achaval.
El presidente del Tribunal de Cuentas, Dr. Martin Díaz Achaval, precisó que “conjuntamente con el Ministerio de Justicia llevamos adelante esta iniciativa que procura profundizar, con todos los profesionales y agentes del Estado, aspectos importantes en materia de contrataciones sustentables y huella hídrica”.
Señaló que, con la cartera de Justicia y DDHH, se trazó una agenda conjunta de trabajo “por la cual se van a abordar temas importantes, que obliga necesariamente transitar el proceso de modernización y dinamización de la gestión pública, asegurando transparencia y buena gobernanza”.
Díaz Achaval, en ese sentido, remarcó que “hace poco tiempo se concretó el primer encuentro que tuvo que ver con las contrataciones públicas alternativas, o sea, buscar formas no lineales de la contratación si se toma la licitación pública como única forma transparente de contratación, cuando existen otras formas tan o más transparentes y que logran los mismos objetivos, como por ejemplo el concurso público”.
Precisó que “la ahora segunda etapa de capacitación, tiene que ver con la incorporación de nuevos criterios en materia de contrataciones públicas sustentables. Tiene que ver que, siendo el Estado el principal demandante de bienes y servicios de la sociedad, empiece a analizar y a poner en agenda la posibilidad de contratar con aquellas empresas que tengan un probado compromiso social y ambiental”.
Subrayó Díaz Achaval que “se dé prioridad a empresas con RS o puntaje, es decir que el Estado pueda seleccionar ciertas empresas sobre otras que dejan menor huella en su proceso industrialización o de contaminación ambiental”.
Añadió que “la idea es reducir el daño que se hace al ambiente. Son formas no lineales de lucha contra la contaminación que, en Santiago del Estero, el gobierno de la provincia defiende y sostiene decididamente”.
Advirtió que “el camino no es fácil, pero no imposible lograrlo. Se requiere de un compromiso sustancial del sector empresarial, de la Unión de Industrial, de la Cámara de Comercio, de las Cámaras de la Construcción, del Consejo Profesional de Ciencias Económicas y obviamente también el Estado debe concientizar y preparar a sus agentes y profesionales para este objetivo”.
Por último, valoró «un evento paralelo previsto para este jueves 24, a las 17,45, en el CCB, organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo y la Integración, con la que colaboramos. al que han comprometido su presencia varios sectores de la industria, del comercio y público en general interesado».
Las inscripciones se pueden realizar en: https://forms.gle/jDnCfiyhXrqL4zgF9
¿Qué es la huella hídrica y cómo se evalúa?
Según la fundación Water Footprint Network (WFN), la huella hídrica es un indicador global de la apropiación de los recursos de agua dulce. Así, la huella hídrica de un producto se define como el volumen de agua consumido directa e indirectamente para su producción.
El consumo directo para la fabricación de un producto incluye el agua utilizada o contaminada durante el proceso de fabricación y el agua incorporada en el propio producto como ingrediente. Por su parte, el consumo indirecto corresponde a toda el agua necesaria para producir las diferentes materias primas utilizadas en el proceso (productos de la cadena de suministro).
En este sentido, la huella hídrica se puede expresar en función del tipo de agua que se considere, y desglosarla según sus colores:
Huella hídrica verde: relacionada con el agua de lluvia incorporada en el producto. Cobra pleno sentido para productos agrícolas y es muy útil para identificar y gestionar los riesgos asociados al cambio climático.
Huella hídrica azul: relacionada con el uso consuntivo de agua dulce superficial o subterránea evaporada, la cual es incorporada en el producto, devuelta a otra cuenca o devuelta en un periodo distinto del de extracción. Para productos agrícolas se asocia con la necesidad de regadío de los cultivos.
Huella hídrica gris: relacionada con la calidad del agua retornada al medio y su posible degradación como resultado de un determinado proceso.
Una vez obtenidos los tres colores de la huella hídrica que representan los volúmenes de agua utilizados, es interesante evaluar los impactos asociados a las tres áreas de protección principales: la salud humana, la calidad de los ecosistemas y el agotamiento de los recursos.
La agricultura representa más de un 70% del total del consumo mundial de agua dulce
Las metodologías de cálculo más utilizadas para el análisis de la huella hídrica permiten contabilizar tanto el volumen (huella hídrica verde, azul y gris) como el impacto del uso de agua bajo el concepto de ciclo de vida. En el año 2009, se publicó el manual de la Water Footprint Network, y recientemente, se ha lanzado la ISO 14046, Principios, requisitos y guía de la huella hídrica.
La evaluación de la huella hídrica se compone de cuatro fases distintas. En primer lugar es necesario establecer los objetivos y su alcance, determinando las fronteras del análisis así como los aspectos temporales y espaciales que aplican en cada caso. Después se realiza la contabilización de la huella hídrica, a partir de un inventario de consumos de agua, energéticos, de materias primas, materiales, así como la calidad y la cantidad de agua residual. Posteriormente, es posible determinar el impacto ambiental o socio-económico de estos consumos. Finalmente, la interpretación de resultados permite la formulación de respuesta a la huella hídrica e identificar acciones de mejora.
La huella hídrica tiene necesariamente una dimensión temporal y espacial, ya que se calcula con datos recogidos en un periodo de tiempo concreto, habitualmente los datos utilizados son anuales y en un lugar geográfico perfectamente delimitado como por ejemplo una fábrica, la cuenca de un río, una región, etc. Por esta razón, un mismo producto fabricado en dos lugares distintos o dos años distintos tendrá una huella hídrica diferente. En consecuencia, la huella hídrica no tiene como objetivo comparar organizaciones, productos y servicios entre sí, sino ser un vehículo para mejorar el modo de gestionar la apropiación de recursos de agua dulce.
Una vez realizado el cálculo siguiendo ambas metodologías, es posible certificar la huella hídrica de la empresa o de sus productos, dependiendo del alcance del estudio.
¿Qué beneficios aporta la evaluación de la huella hídrica?
La huella hídrica es una herramienta de análisis de cómo las actividades y los productos se relacionan con la escasez del agua, su calidad y los impactos asociados.
La huella hídrica puede ayudar a las organizaciones a anticiparse a distintos riesgos relacionados con el uso del agua.
Hasta la fecha, las organizaciones se han enfocado más en el uso directo del agua, es decir, su producción y mantenimiento. Gracias al enfoque integrado que adopta la huella hídrica, se observa, no obstante, que la mayoría de las empresas, como es el caso de la industria alimentaria, tiene un consumo mucho mayor en la cadena de suministro que en sus propias operaciones.
Actualmente, la huella hídrica puede ayudar a las organizaciones a anticiparse a distintos riesgos relacionados con el uso del agua.
En primer lugar, están los riesgos físicos, ligados, entre otros factores, a la disponibilidad de agua en las cuencas hidrográficas donde las empresas tienen localizada su producción.
En segundo lugar, los riesgos reputacionales hacen referencia a la percepción que clientes, proveedores y el consumidor final tienen respecto al cuidado del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos por parte de la organización. Por lo tanto, es tan importante calcular la huella hídrica como comunicar los resultados y las acciones de mejora derivadas de su análisis.
En tercer lugar, los riesgos financieros están ligados con las pérdidas económicas asociadas a la producción, por ejemplo, paros por escasez de agua, incremento en el coste del recurso o consumos no optimizados. Asimismo, también pueden aparecer problemas arancelarios, pues en un futuro se podría empezar a considerar el agua virtual de los productos exportados/importados como base para instaurar los gravámenes.
Finalmente, las empresas se enfrentan también a los riesgos legislativos. Éstos se refieren a la regulación de las entidades competentes respecto a los usos y las calidades del recurso agua. Como ejemplo, en caso de sequía se puede decidir priorizar los usos de consumo humano frente a otros, como pueden ser los destinados a ocio, riego o industrias, lo que puede afectar a la producción.
Así, el cálculo de la huella hídrica permite a las empresas reducir riesgos de diferentes tipos, proporcionando un indicador que les ayude en la toma de decisiones.