El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, recurrió esta madrugada de urgencia a sus redes sociales para una transmisión en vivo en la que negó, a los gritos, ser pedófilo o tolerar la prostitución infantil, luego de haber contado que, ya siendo mandatario, entró a la casa de un grupo de adolescentes que él creía que eran prostitutas porque tuvo «onda» con ellas.
La campaña del líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva acusó a Bolsonaro de «pervertido» e hipócrita por presentarse como el defensor de la moral y la familia, y un diputado de Brasilia pidió a la Justicia investigar si el mandatario no cometió prevaricato al haber presenciado lo que él creía que era un delito y no haber hecho la denuncia.
La indignada reacción de Bolsonaro de este domingo en las redes sociales llegó a horas del debate de este domingo en la noche contra el expresidente Lula de cara al balotaje que el 30 de octubre definirá la Presidencia de Brasil, luego de que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se impusiera en primera vuelta, seguido por el mandatario ultraderechista.
«Estoy indignado, el PT recorta una declaración y dice que ‘pintó onda’. Es una vergüenza. Siempre combatí la pedofilia. Ese episodio no fue nada escondido, está todo grabado, fui con unas 10 personas a ese lugar»
La situación por la que se lo acusó a Bosonaro
En un podcast del viernes pasado, Bolsonaro contó cómo en 2020, cuando recorría Brasilia en moto para desafiar públicamente la cuarentena por coronavirus, a la que se oponía, ingresó en la casa de unas adolescentes venezolanas residen en una comunidad pobre de Brasilia, porque, cuando las miró, «pintó onda».
«Paré la moto en una esquina, vi unas niñas, bonitas ellas, de 14, 15 años, estaban arregladas, un sábado en un comunidad. Eran parecidas. Pintó onda y volví. Les pedí entrar a la casa y entré. Había unas 20 arreglándose, todas venezolanas. Yo me pregunto…¿Chicas bonitas de 14, 15 años se arreglan un sábado ? ¿Para qué? Para ganarse la vida», afirmó Bolsonaro a un podcast el viernes.
La publicación, que tenía por intención criticar al Gobierno de Venezuela por la inmigración hacia Brasil, causó revuelo luego de dos meses de campaña durante los cuales el bolsonarismo se atribuyó una mayor estatura moral y cristiana frente a Lula para defender «valores» como la familia, el rechazo al aborto y la identidad de género.
El uso de «pintó onda» por parte de Bolsonaro (‘pintou um clima’, en portugués), frase que tiene vinculación con el significado de seducción sexual, fue criticado por la campaña de Lula, del Partido de los Trabajadores (PT), y el presidente se mostró enfurecido.
«Estoy indignado, el PT recorta una declaración y dice que ‘pintó onda’. Es una vergüenza. Siempre combatí la pedofilia. Ese episodio no fue nada escondido, está todo grabado, fui con unas 10 personas a ese lugar», dijo Bolsonaro en una transmisión entre la 1 y la 2 de la madrugada por Facebook.
El equipo de campaña le recomendó al jefe del Estado aclarar el episodio tras provocar una avalancha de reacciones negativas en las redes el sábado, justo cuando estaba en campaña en la región donde tiene más resistencias, el noreste, de visita en los estados de Ceará y Piauí.
Qué dijeron las venezolanas
La visita de Bolsonaro a la casa de las adolescentes inmigrantes venezolanas en Sao Sebastiao, un barrio pobre de Brasilia, se dio en 2020 cuando los sábados salía a recorrer en motocicleta la capital rompiendo la cuarentena que regía en ese momento para demostrar que había que trabajar presencialmente y sin máscara pese a la pandemia.
Una de las venezolanas que presenció la visita del presidente dijo al portal de noticias UOL, sin revelar el nombre, que lo que había en esa casa en ese momento no era una reunión de niñas prostitutas, sino un encuentro con inmigrantes organizado por una brasileña estudiante de maquillaje y peluquería para practicar cortes de cabello, aplicación de pestañas postizas y pintura de rostro.
«Estaban mi hija y mis sobrinas», afirmó la venezolana.
Generó repercusión
La declaración de Bolsonaro abrió la posibilidad de que haya cometido prevaricato, es decir percibir, como autoridad, un delito -en este caso prostitución de menores- y no haberlo denunciarlo oportunamente.
El diputado Leandro Grass, de Brasilia, pidió en un oficio al fiscal general de Brasil, Augusto Aras, investigar e episodio por tratarse de un «caso gravísimo»
«Si había algún problema que él mismo verificó, debía buscar a las instancias de control para que se tomen medidas, sobre todo en el Ministerio Público y el Ministerio de Justicia, que trabaja con acciones vinculadas a inmigrantes», dijo el diputado Grass, del Partido Verde.
En las redes sociales, la vinculación de Bolsonaro a una supuesta tolerancia y convivencia a la prostitución de menores fue aprovechada por la campaña de Lula.
«Bolsonaro es asqueroso y pervertido. ¿Este es el candidato que defiende la moral y la familia?», dijo Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad, segundo diputado más votado del país en las elecciones generales del 2 de octubre y coordinador en San Pablo de la campaña de Lula y del candidato a gobernador Fernando Haddad.
La cantante Daniela Mercury, activista por la elección de Lula, dijo que «el presidente tenía la obligación de defender a las adolescentes contra cualquier tipo de explotación o delito».
El bolsonarismo intentó esta semana instalar en la campaña el tema de la explotación de menores y del supuesto combate que el mandatario había dado contra el delito, y lo hizo nada menos que la exministra de la Mujer, Derechos Humanos y Familia Damares Alves, senadora electa y pastora evangelista.
Alves dijo en un templo evangélico que Bolsonaro enfrenta una «guerra espiritual» y que luchó contra mafias de «violadores de recién nacidos» y de niños que son traficados a Guyana y Surinam a los que les «arrancan los dientes para que hagan sexo oral», en una declaración que causó conmoción y quedó bajo investigación de la Justicia.
El Ministerio Público dijo que nunca hubo un caso de ese tipo, y Alves admitió a la radio Bandeirantes que no hay documentación de esa supuesta denuncia ni pruebas.
Para evitar decir que era un invento para vincular a la oposición a ciertos crímenes horrendos, explicó el escándalo que causó con la siguiente frase: «Es lo que me cuenta la gente en la calle».